Crónica del maratón de Trillo de Miguel Angel Rozas Rodriguez.
Esa es la cuestión compañer@s, y os aseguro que yo ya no sé
muy bien cuál es cuál, si ser o no ser, o si fue antes el huevo o la gallina.
Para gente como nosotros que ya somos unos corredores avezados, el puro y
simple acto de correr ya lo podemos considerar como algo fácil, ¿y qué
tendríamos que considerar como difícil entonces?, pues probablemente un maratón,
por ejemplo. Pero, ¿cuándo estás a punto de hacer la tercera maratón de la
temporada? ¿Qué es lo fácil y qué es lo difícil? Nunca va a ser sencillo
completar una carrera con los míticos 42.195 metros, pero sí que es cierto, al
menos desde mi experiencia, que cuando ya lo has completado por primera vez la
perspectiva te cambia por completo. No hasta el punto de que te parezca algo sencillo,
ni que tampoco le pierdas el respeto a la distancia; pero sí que lo ves como
algo factible y asumible. Incluso como cuando en esta circunstancia del maratón
del Desafío X Trail de Trillo, no has efectuado una preparación específica para
la carrera. Es cierto que la carga de kilómetros y de desnivel la tienes y que
casi te lo planteas como un entreno largo y de calidad para los retos más
grandes que están por venir, pero al final 42.195 metros son 42.195 metros. Y
viendo las marcas finales y los puestos finales de todos, creo que no se dio
nada mal la verdad. Efectivamente somos gente normal haciendo cosas increíbles
y no tenemos ni más ni menos mérito que los demás, pero mérito tenemos y es
justo reconocerlo. Yo se lo reconozco a mis cuatro colegas de la aventura de
Trillo, Jose, David, Javi y “el otro”, y les aplaudo por ello. Como a Rosa, que
seguro no dentro de mucho la vemos planteándose retos mayores. Y por lo que a
mí respecta sorprendido de ser actualmente el socio del club que más maratones
lleva en lo que va de temporada, ex aequo con Jose y Javi eso sí. Tres
maratones nos contemplan. Seguramente si al principio de temporada hacemos una
porra sobre quien encabezaría esa “clasificación” a día de hoy, pocos habrían
apostado por mí, seguramente ni yo mismo. Más allá de que pudiera ser merecedor
a ser el atleta del año, o al mérito de la temporada, o al empleado del mes, o
al alumno más aplicado, o a ser la portada del Playboy del mes de enero; os
puedo asegurar que la satisfacción personal es enorme e increíble. Pero vamos
al lio y a lo que nos ocupa, la IV edición del Desafío X-Trail de Trillo.
Según reza en el recientemente revisado y ampliado
“Diccionario de la Real Academia Villana”:
· CARRERAS DE “HOMBRES”: todas aquellas
en las que participa el socio del club llamado David Alonso, sea la distancia
que sea.
Pues como en esta estaba inscrito el socio al que hace
referencia dicha definición, resulta que el maratón de Trillo del 2019 iba a
ser por tanto una carrera de “hombres”. Y además al tratarse de una prueba de
montaña, iba a ser también una carrera de “tipos duros”; de esos que trepan
riscos como si no hubiera un mañana, de los que igual les da el viento, la
lluvia, el barro, incluso la nieve, de esos a los que les gusta salir los fines
de semana a entrenar con la fresca, de esos a los que les gusta salir con sus
cestas de mimbre para traerlas bien cargaditas de lo que ya sabéis tod@s; en
fin, de esos que parecen que mínimo tienen una buena pedrada. O quizás un par. Y
al ser una carrera de “hombres” a la par que una carrera de “tipos duros”,
podíamos simplificar y abreviar y definirla como una carrera de “hombres
duros”. Y que nadie interprete mal este tema de los “hombres duros”, ni somos
más que nadie, ni mejores que nadie; aunque también es cierto que no somos ni
menos ni peores que nadie; o quizás no seamos “hombres duros”, o quizás todo lo
contrario, o quizás cualquier coincidencia solo es fruto de la casualidad, o
quizás no sea más que una simple licencia literaria que este modesto escritor
de crónicas, especie en peligro de extinción por lo que parece, se toma para
elaborar una más e intentar hacerla lo más entretenida que le da su corto
entender. Nos gusta correr, pero sobre todo nos gusta disfrutar de esos
momentos tan especiales que implica irse a casi 100 km a meterse un maratón
para el cuerpo. Los viajes, los chascarrillos, los chistes, las risas, los
trajes que se cortan, el compañerismo… Solamente es eso, nosotros lo entendemos
de esa manera, más allá, mucho más allá de ser o no ser “hombres duros” que en
el fondo nos da exactamente igual.
Me presento el día de autos a las 7:58 minutos en el Ibercaja
de Villanueva, llego el último, pero puntual. Allí están ya los cuatro “hombres
duros”, a saber, Jose, Javi, Coco y “el otro”. Los “hombres duros” somos tipos
previsores y con recursos, por eso cuando me acerco al corrillo para saludar a
mis compañeros la conversación es la que me esperaba. Que si a mí me duele la
espalda, que si a mí me duelen los empeines, que si a mí me sentó algo mal
ayer, que si yo me hice daño cortando una “arizona” (sí, sí, está bien escrito
y según él, que es el que sabe de esto, existen); en fin, sabes perfectamente
que es el juego del gato y el ratón y que cuando se dé la salida seguro que
ocurre más de un “milagro”. Pero así somos. Yo en esta ocasión me ahorré el mío,
porque además era verdad, y nos pusimos en marcha.
El viaje, pues súper entretenido y hablando de las típicas
cosas de “hombres duros”, que si quien lo tiene más grande (el sentido del
humor, por supuesto), que quien es capaz de escupir más lejos el tabaco de
mascar, que quien es capaz de eructar más fuerte, que quien es capaz de comer
más piedras, que quien es capaz de encender más cerillas seguidas sin fallo con
la barba, …, en fin, ya sabéis, nuestras cosas. Y según nos vamos acercando a
nuestro destino la conversación se centra en un solo tema que nos empieza a
preocupar, que es la temperatura. Nosotros somos “hombres duros” y de sangre
caliente, bueno más que caliente a nosotros la sangre nos hierve cuando
competimos, nuestra temperatura corporal aumenta hasta límites insospechados,
de hecho, en el coche llevábamos la calefacción apagada y todas las ventanillas
bajadas. Y como nos imaginábamos, en Trillo íbamos a pasar calor. Cuando nos
desviamos de la A2 a la altura del célebre Área 103 la temperatura exterior es
de -4ºC. No disimulamos la preocupación que
eso suponía. A medida que nos acercamos la temperatura va bajando y cada grado
centígrado menos lo recibimos con un aluvión de chillidos y gritos cuasi simiescos.
Primero -5, luego -6, después-7 y finalmente el termómetro se queda anclado en
los -8ºC. Aun así, sabíamos que para
nosotros no era suficiente.
Aparcamos el coche en la calle Jardines y el momento de la
verdad no se puede demorar por más tiempo; nos toca abrir las puertas y
comprobar la temperatura que realmente nosotros percibimos en Trillo. Y sucede
lo que nos esperábamos, el golpe de calor que recibimos es brutal y nos
volvemos a meter en el coche como podemos. Puede que el termómetro marque -8ºC, pero para nosotros la sensación
térmica es de +35ºC. No hay palabras, solo miradas y rápidamente advertimos que
todos tenemos el mismo pensamiento. Comenzamos a quitarnos la ropa frenéticamente,
contamos hasta tres, abrimos las puestas y corremos como posesos hacia el rio
Tajo que nos queda a escasos metros. Nos zambullimos, nos hacemos unos anchos y
empezamos a notar que la temperatura corporal nos baja. Salimos finalmente del
agua, volvemos al coche y nos vestimos con apenas unos pantalones cortos y unas
chanclas. Recogemos el dorsal y para hacer tiempo nos disponemos a tomar un
café. Nos dirigimos al bar más cercano. Con fastidio vemos que el mobiliario de
la terraza lo tienen recogido y apilado. Les pedimos por favor que nos preparen
una mesa y que mejor a la sombra. Nos pedimos unos cafés y un té y pedimos que
nos sirvan con abundante hielo todo. Antes de marcharnos, por si acaso y porque
somos “hombres duros” previsores, nos pedimos unos helados que seguro que algo
ayudan también. Muy variados, un Frigo-pie, un Frigo-dedo, un Colaget, un
Drácula y un Frigurón. Toca vestirse para la carrera, así lo hacemos y
decidimos usar camisetas térmicas, pero con el único propósito de entregársela
a algún incauto que nos encontremos por el camino pasando frio, que siempre los
hay.
Por fin llega la hora y se da la salida. Y como me esperaba
al menos suceden dos “milagros”. Jose sale como un poseso, con lo que parece
que su dolencia ha desaparecido y se ha obrado el primer “milagro. Y con “el
otro” sucede lo mismo, parece que las molestias de las que llevaba toda la
semana quejándose se esfumaron. Otro “milagro”. Por un momento pienso que
estamos en Trillo y que quizás esos “milagros” sean debidos al uranio
enriquecido o a lo mejor al uranio embrutecido o quizás al uranio embravecido.
Avanzamos unos metros, giro a la derecha y enfilamos la calle más empinada del
pueblo que será la que nos lleve al monte. La pendiente es dura, pero como es
asfalto para nosotros el esfuerzo es mínimo, con lo que decidimos usar alguno
de nuestros trucos para endurecer la cuesta. Nos ponemos a subirla a la pata
coja. Los del “milagro” cogen ventaja, les sigue Javi y finalmente Coco y un
servidor. Para mi sorpresa Coco se detiene a mitad de cuesta y de repente
grita: ¡Anda, los alfajores! Se da la vuelta y grita que se va al coche a por
ellos, que donde estén unos alfajores ni geles ni hostias. Salimos del pueblo y
entramos en caminos y sendas por fin, que son los que nos llevaran hasta la
cuesta más dura del perfil, la subida a una de las Tetas de Viana. Antes de
encararla entrego por fin mi camiseta térmica, que me sobraba desde el segundo
número uno, al incauto de turno. Y efectivamente si era dura la verdad; pero de
nuevo no tanto para nosotros, con lo que decido usar otra de nuestras tácticas
y la subo corriendo, pero marcha atrás.
Y por fin llega el momento más mítico de esta carrera, la
célebre escalera que nos da acceso a la cumbre de la Teta. Antes de llegar a
ella me cruzo con Jose: “Ojo con la cabeza y la escalera colega”. Me acerco a
ella con tiento, pero a pesar de la advertencia, y como era de prever, me
golpeo la cabeza con la parte exterior. Típico en mí. Suelto sapos y culebras,
veo que he abollado la escalera y decido que le den por culo a la escalera y
uso otra de nuestras tácticas, la de rememorar nuestros orígenes de primates y
alcanzar la cima trepando por la piedra. Las vistas espectaculares, lastima de
las chimeneas y el humo. Bajo del mismo modo la Teta y empiezo a descender en
busca del Tajo. Sí que es cierto que con alguna que otra cuesta antes de
alcanzarlo, que las salvo en esta ocasión haciendo dobles saltos mortales con
tirabuzón para darle un poco más de gracia a la cosa. Finalmente alcanzo la
ribera del rio y empiezo a devorar kilómetros de pista prácticamente llanos. Al
poco doy alcance a Javi y decido que por que no terminar nuestra tercera
maratón de la temporada juntos, él está de acuerdo con lo que continuamos la
marcha juntos. Al poco nos alcanza y nos supera Coco y nos damos cuenta de que
asistimos al tercer “milagro” del día porque tampoco hay ni rastro de sus
dolencias matutinas. El paso de los kilómetros por la sempiterna pista junto al
Tajo comienza a hacerse tediosa y decidimos hacerla un poco más entretenida.
Vamos a combinar kilómetros corriendo por la pista con kilómetros nadando por
el rio, que lo tenemos a escasos metros y así de paso regulamos un poco nuestra
temperatura corporal que justo estamos alcanzando las horas de más calor del
día. De esta manera conseguimos que la marcha sea mucho más entretenida y en un
plis-plas, o en menos que canta un gallo, o en un visto y no visto, o en un
abrir y cerrar de ojos alcanzamos toda la parafernalia que conecta la central
nuclear con el rio Tajo. La pista se transforma en asfalto y ya sin remedio
enfilamos los últimos dos kilómetros que nos llevan hasta la meta de la IV
edición del Desafío X-Trail de Trillo. Prueba superada. El tercer maratón de la
temporada “pa la saca”. Recibimos la merecida medalla y nos metemos para
nuestros privilegiados cuerpos la correspondiente cervecita y un buen y
“sabrosón” plato de caldereta y nos dirigimos al pabellón para tomar una buena
y merecida ducha fría. Parece ser que el agua caliente se ha terminado, pero
por si acaso desenchufamos el termo también.
Viaje de vuelta con el mismo buen rollo que el de la ida y
poco más que contar, que ya estamos preparados para los próximos retos de
“hombres duros”. MAMOCU en marzo y la ultra de abril son nuestros siguientes
objetivos.
Perdonar, si hay una última cosa; solo comentaros que me
gusta ser una persona normal que hace cosas increíbles, que me gusta hacerlas
acompañado de compañeros que son gente normal que hace cosas increíbles y que
me gusta estar en un club de gente normal que hace cosas increíbles
2 comentarios:
Otro pedazo de crónica Miguel, sí Señor. Con sentido del humor, eso que tanto nos hace falta a veces, pero cierta en lo que dice. Este club y sus socios se han empeñado en fácil lo difícil y dificultoso lo que en teoría es fácil
Un saludo compañero.
Qué bien que lo pasamos:)
Fantástica cronica Miguel.
He pasado un muy buen rato con ella .
Vaya calor en Trillo y que frío pasamos en Galayos....
No soy de escribir pero si de leer.😉
Enhorabuena
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