SAN ESTEBAN DE LA SIERRA O VIAJAR EN EL TIEMPO


                Por Miguel Angel Rozas Rodriguez. 


            6ª Ruta de los lagares rupestres  - 12 km.



Os presento un pueblo, pero no un pueblo cualquiera, se trata del pueblo de mi señor padre, San Esteban de la Sierra. 




San Esteban de la Sierra es un municipio de la provincia de Salamanca, que lo ubicaríamos al sur de la provincia, cercano ya al límite con Cáceres y con Extremadura. Se integra dentro de la comarca de la Sierra de Francia y por tanto forma parte de la reserva de la biosfera de las Sierras de Béjar y Francia. Y pertenece a la comarca de Las Quilamas, que ha sido declarada espacio natural, lugar de importancia comunitaria y zona de especial protección para las aves. Con lo cual entenderéis que nos encontramos en una zona privilegiada y de gran belleza paisajística y medio ambiental. Geográficamente lo situamos en un valle y más concretamente en la ladera de uno de los montes que casi por completo lo rodean. Parece que con la clara intención de buscar desesperadamente el rio Alagón, afluente del Tajo, y así poderse aprovechar y beneficiar de sus aguas. Bosques de castaños y eucaliptos y cultivos propios de la zona, como la vid y el olivo, es lo que podemos encontrar en esa sucesión de montes situados a su alrededor.




 Pequeñas y estrechas calles, rincones pintorescos, empinadas cuestas, adobe, madera, piedra, entramados, cuadras, las bodegas y sus interminables saraos, la “quema del castillo”, más cuestas, un puente medieval, iglesia de San Esteban, Ermita del Humilladero, la Cooperativa San Esteban, el vino Tiriñuelo con Denominación de Origen, el anisete, más cuestas, las jotas de la sierra al son de la gaita y el tamboril, los convites, la melocotonada con vino, azúcar, melocotones y una pizca de agua, ambiente sano y alegre y sobre todo un pueblo y unas gentes por encima de todo serranos, muy serranos. A grandes rasgos este es y así es San Esteban de la Sierra





 Casualmente, mientras estoy elaborando esta crónica, escucho un espacio radiofónico en mi emisora favorita sobre un tema que me resulta muy interesante a la par que preocupante, “Nuestros pueblos se mueren”. Y descubro un “palabro” de nuevo cuño que me impresiona. Es una “enfermedad” que afecta y asola a los pueblos de España, DEMOTANASIA. La Demotanasia está directamente provocada por un virus que se llama “el éxodo rural” y es la muerte de un territorio, la desaparición de su población y la pérdida de su cultura, del saber tradicional y de los afectos. Acto seguido me pongo a trastear por internet, bueno para que nos vamos a engañar, por la Wikipedia, y encuentro lo que buscaba; la gráfica de la evolución demográfica de San Esteban de la Sierra, y me asusto un poco la verdad. En los años cincuenta, tenía 1.300 habitantes, actualmente apenas supera los 300 y la progresión a la baja es continua e imparable. Me estremezco con los números y me pregunto, ¿estará teniendo los primeros síntomas de esa terrible “enfermedad” ?, espero y deseo que no, que se “cure” y también espero y deseo que si alguna vez sufre las consecuencias de la Demotanasia que yo no esté aquí para verlo.





 Reconozco que últimamente no voy demasiado por allí, y esta carrera ha sido una excusa perfecta para hacerle alguna visita en los últimos años. Cuando enfilas la carretera y te vas aproximando a “tu pueblo” es imposible evitar que una oleada de recuerdos de mi infancia y de mis primeros pasos de la adolescencia vengan a mi mente. Los interminables viajes de ida en el "autobús de línea", los mareos en los viajes de ida en el "autobús de línea", mis tíos, mis primos, mis amigos, el Barrio Arriba, la Semana Santa, el Lunes de Aguas, los veranos, las fiestas del Cristo de septiembre, las Navidades, la recogida de aceitunas, el frío en el campo, la vendimia, la lluvia en el campo, esos pucheros de comida que te sabían tan exquisitos en mitad de la faena y en mitad del monte, el agua fresca del botijo, la leche pura de cabra para desayunar, los baños en el río Alagón, los sonidos, los silencios, los cortes del suministro de agua en verano, el hornazo, las perronillas, el huerto, la mula, las gallinas, las sobremesas nocturnas de verano en la calle con todos los vecinos, las travesuras, las chiquilladas, los viajes de vuelta en "el autobús de línea", con más mareos y cargado hasta las trancas con bolsas y más bolsas de fruta, verdura, embutido, huevos, dulces, vino, pan… Por favor no te mueras nunca San Esteban de la Sierra y que no se muera ningún pueblo “enfermo” más en España; porque no solo mueren los pueblos, con ellos también morirían nuestros recuerdos, nuestros afectos, nuestras historias, nuestros apegos, nuestras vivencias y nuestras experiencias. 



 La Carrera de los Lagares Rupestres celebraba su sexta edición y para allá que nos fuimos un par de villanos, Ángela y un servidor, a disfrutar de una mañana que amenazaba lluvia y de una carrera que estrenaba recorrido. Pocos minutos antes del pistoletazo me entero de que los 12,6 km de mi última visita, se han convertido en la actualidad en 11,8 km. Este descubrimiento me supuso dos penas. La primera pena que no me pude comparar con hace dos años para saber dónde estaba entonces y donde estoy ahora y la segunda pena, que con esta modificación se han eliminado muchos metros del tramo de descenso de la última parte de la carrera, lo cual a mí me “perjudica” porque bajar es lo que menos mal hago. Pero llegados a este punto tampoco era cuestión de “cogerse el canasto de las chufas”, o sea que a esperar la salida y a tirar millas. Cierto es que el cambio de recorrido, tiene un aspecto positivo, que salvo los metros que discurren por el casco urbano, no se transita por la carretera y por tanto se han eliminado los metros por asfalto. 




Salida puntual, a las 12 clavadas. En esta ocasión Ángela y yo salimos juntos, pero no revueltos. Cada uno hará la carrera por su cuenta, con lo que tenga y como pueda. Quedamos en vernos en la meta y enfilamos la calle Bodeguitas para llegar a la iglesia, la rodeamos y tomamos la calle Trasera de la Iglesia, luego la calle la Roza y finalmente, y para abandonar el casco urbano, alcanzamos la calle la Santía. Y la cuesta de esta calle son palabras mayores. Finalmente llegamos a la carretera, la cruzamos y cogemos el camino del Guijarral que arranca entre el crucero situado junto a la carretera y a la Cooperativa. 





 Y a partir de ahí a transitar por algunos de los sitios y zonas de esta parte del monte de San Esteban. Me encantan los nombres; Bajenoso, Valmedroso, Prado Concejo, Las Huertitas, El Jardito, Majallana, El Muñiquero, Los Pajares y Majahonda. Buen camino, sin charcos ni barro, acostumbrado a recibir agua y a tratar con ella. Afortunadamente la lluvia nos respetó, no así la niebla en las zonas más altas. Hasta el km 6,5 aproximadamente no dejamos de ascender, no son pendientes muy duras e incluso hay algún descanso, pero el ascenso es continuo. En ese punto del km 6,5 es donde el recorrido ha cambiado. Giramos a la derecha y comenzamos a bajar. Te lanzas, pero de repente te aparece algún repecho duro que no te deja coger ritmo de “crucero”. Algo más adelante sí que nos encontramos por fin con bajadas como Dios manda y aprovecho para darlo todo y recuperar posiciones perdidas en el ascenso. Como me gusta esa sensación de bajar dándolo todo. Llegamos nuevamente a la Cooperativa, cruzamos otra vez la carretera y cogemos de nuevo la calle la Santía; en el inicio de la carrera enemiga y ahora aliada. Desandamos lo andado en los primeros metros del recorrido, rodeamos la iglesia y llegamos al momento más bonito y más emotivo de la carrera. La llegada, al menos la mía, prácticamente coincide con la salida de la misa de las 12:15 y el gentío es espectacular, aplaudiendo y animando. Entre ellos diviso a mi padre, mi hermano y mis tíos. Enfilamos la recta de META por la estrecha calle Bodeguitas y por un momento creo que estoy en las etapas de los Pirineos del Tour de Francia o transitando por las calles de Irún, Errentería, Pasajes o San Sebastián en la Behobia. La calle llena de gente y solo un pequeño pasillo para poder correr, para que se te pongan los pelos de punta, para disfrutar, para dar el esfuerzo por bien empleado y para llegar a la meta en la Plaza Mayor de San Esteban de la Sierra. Tomas resuello, saludas a tu sobrino, te bebes una botella de agua, una mandarina, otra mandarina, divisas a tu padre que llega presuroso y te das un emotivo y emocionado abrazo. Ha merecido la pena. Esperas impaciente la llegada de Ángela y por fin la ves aparecer y cruzar la meta feliz y radiante. Mas abrazos y más emociones. A raudales. 







 No da para mucho más la mañana…perdón casi se me olvida, sorteo afortunado para los dos villanos. Otra forma de subir al pódium y de irte más contento si cabe para casa.




Gracias a mi hermano José y a mi sobrino José Miguel por venirse a pasar la mañana con nosotros y por sus fotos y videos. Y gracias muy especiales a mi padre, Fermín. Por acompañarnos, por ser serrano, por ser de San Esteban de la Sierra y por ser mi padre. Esta crónica te la dedico a tí. Gracias infinitas por todo. 



PD; el que tenga curiosidad por saber que son los lagares rupestres que pinche aquí 

http://www.sanestebanrutalagares.com/que-es-un-lagar/

 150 llegados a la META en la Plaza Mayor de San Esteban de la Sierra.
NombrePuestoCategoríaPos.CatTiempo Neto
Miguel Angel Rozas Rodríguez79Vet_M371:00:14
Ángela Alonso Alonso145Vet_F121:18:02

1 comentario:

PRONADOR ERRANTE dijo...

Que buena Miguel, y con otro registro. Brutal.

Es cierto que existe esa enfermedad del abandono y de la busqueda de la modernidad.

El pueblo tiene una pinta buenisima.

ENHORABUENA A LOS DOS.

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